Cuando me dispongo a escribir en un cuaderno mi experiencia en aquellas tierras que alguna vez fueron desconocidas pero que poco a poco mi erudición acerca de ellas fue creciendo no pude evitar el recordar los caminos recorridos, las cumbres escaladas, los húmedos rincones por los cuales pasé alguna vez, con tal ignorancia, que creí haber visto todo. Recuerdo bien aquella noche cuando caminaba por oscuros senderos, sólo acompañado por mi deseo de seguir avanzando, de conocer más allá de lo que mi imaginación había creado. Iba de sur a norte conociendo aquellas tierras vírgenes que se presentaban frente a mis ojos, mis pies pisaban una fina arena que antes de quemarme, agradaba a mis sentidos, no estaba acostumbrado a tal sensación. Aquellas tierras me habían maravillado en un instante, dejé de pensar en mí para convertirme en las costas que delimitaban la belleza del paisaje, pude palpar con mis manos la textura de cada centímetro que me rodeaba. Al adentrarme en aquel manantial y beber de su agua, el fuego de mi cuerpo fue domado, mi mente se aclaró y comenzé a probar los frutos de los árboles que salían del suelo casi en forma líquida. Las estrellas me miraban fíjamente observando cada movimiento que realizaba, podía hacer temblar la tierra si lastimaba alguna parte de ella mísma, el cielo llegó a llorar, derramó sus gotas de lluvia sobre aquella tierra fértil y delicada, de suave aroma y dulce sabor. Salí del túnel en el que me encontraba y así como la Luna me sonreía así le devolví la sonrisa y acaricié la luz que irradiaba sobre su ser. Intenté dejar esta isla pero me fue imposible, quedé apresado por la misma, las delicias y placeres que ofrecía a la vista, gusto, tacto, oido y olfato eran absolutamente innegables, sentí ser el navegante afortunado que encontraría frente a su humanidad un gran tesoro, que además de ser valioso, era un gran misterio, mi barco no zarpó más, mis anclas quedaron enterradas bajo el suelo marino, mi convicción era tanta que mi verdad dejó de ser real, pasé a una realidad alterna en la cual gozé de muchas maneras y sufrí de otras tantas. El conocimiento que fui adquiriendo con el tiempo en esa isla me hizo comprender no todas las cosas pero si las necesarias, levanté mis velas una vez más, elevé mis anclas, me coloqué en el timón pero no fijé el rumbo preciso, desde aquel momento he vagado por aguas inciertas, he visto a lo lejos otras tierras pero no he parado para visitarlas, he visto tierras, como la que acabo de narrar, que ya habían sido parte de mis viajes, siempre estarán en el camino del navegante, unas muy lejanas, otras no, algunas querrán que pises su suelo de nuevo, otras simplemente pasarán a tu lado como las blancas nubes que adornan el azul del cielo. Hasta ahora sigo en mi viaje, creo haber elegido mi destino más el camino es tan engañoso a veces que pudiera cambiar el rumbo sin siquiera darme cuenta. Sólo espero llegar a costas iguales o mejores que aquellas que visité y habité con tanta pasión.
jueves, 10 de febrero de 2011
viernes, 4 de febrero de 2011
Las dos caras de la moneda.
El día de ayer, febrero 3 del año 2011, fue un día que quizá a las nuevas generaciones llenó de gusto y no olvidarán por un tiempo, día en que en nuestra ciudad de Monterrey y demás municipios, por el clima frío que se presentó, llegó a caer nieve o algún derivado de ella. Mis ojos no pudieron ser testigos pero he sabido de varias fuentes que mucha gente se dió cita en Chipinque para admirar el helado fenómeno que presenciaban estas tierras. Por una parte fue una buena manera de despejar la mente de todas las tragedias que invaden esta ciudad, por un momento se dejó de hablar del narcotráfico, los secuestros, los asesinatos y demás actos de violencia y delincuencia para pasar a temas como el clima, la nieve entre otras cosas relacionadas. Por otro lado creo que pocas personas nos dimos cuenta y al menos yo lo noté hasta hace unas horas lamentablemente, que siempre hay dos caras de la moneda, existe aquel que ríe y el que llora, los contrarios. Durante todo el día escuché las molestias, quejas o inconformidades de las personas que sufrían por el frío que azotaba a la ciudad, la ilimitada ropa y un techo no bastaba. Mientras muchos hacían fila en sus autos para entrar a Chipinque había otros que apenas contaban con cuatro "paredes", si podemos llamarlas así, para soportar las inclemencias del clima, pienso en los enfermos y familiares de ellos que esperan afuera de las clinicas del Seguro Social en toda la ciudad, pienso ahora en la gente que ni siquiera posee un lugar donde vivir, ¿cuántos habrán soportado el frio? ¿cuántos tuvieron que ser llevados a albergues o hospitales?. Vivimos en una ciudad que está dividida por las clases socio-económicas, desgraciádamente aquí no podemos ganar todos, algunos dirán que es el curso normal de la naturaleza, otros que es voluntad de Dios, pero la realidad es así. Muchos que, aun estando entre sábanas y cobijas, no pararon de mostrar su molestia con la temperatura, aún con calentadores eléctricos y de gas, aparatos de aire acondicionado y todas las ventajas que la tecnología nos ofrece hoy en día, hubo personas que simplemente se hecharon a dormir para no tener que aguantar las bajas temperaturas, que suerte la de ellos. Seguramente personas fuera de la ciudad no tuvieron la misma fortuna, personas que viven en ejidos y comunidades rurales de muy escasos recursos imagino que tuvieron que haber pasado un muy difícil día tratando de calentarse y resisitir un día más bajo una metrópoli que aun en verano se muestra fria ante esta clase de situaciones. Es una lástima que nuestra mente esté en cosas más vanales y superficiales cuando, si mínimo nuestras acciones no pueden, que nuestro pensamiento, nuestra preocupación y nuestras intenciones estén en apoyar a las personas que dentro y fuera de nuestra comunidad, zona o área estén necesitando asistencia. Hemos ido perdiendo la sensibilidad y el asombro y el ser humano no puede permitirse a sí mismo esta desgracia. Somos generaciones tras generaciones que hemos sido poblando estas regiones, todos venimos del mismo lugar, unos pertenecientes de familias de abolengo, otros, pero al final no existe una raza pura a quien se le deba ninguna clase de veneración, nuestro país se ha formado en el mestizaje y ésto nos ha llevado a crear una cultura independiente, no podemos dejarla atrás como si nunca hubiera existido. Informémonos, aprendamos y enseñemos.
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