jueves, 9 de febrero de 2012

Mente en blanco.

Ha pasado tiempo desde que escribí mis últimas lineas en este espacio, casi cuatro meses sin hacerlo. No es algo que me haga sentir muy bien pero, últimamente, paso por una crisis de creatividad terrible y no se como regresar al ejercicio habitual de la escritura, así que tomé un cigarrillo y decidí escribir aquí lo que fuera, lo que saliera de mi mente, sin estructura, sin intención alguna, esperando poder recobrar el estilo.

Es una noche fría, bajo cero, en una ciudad que se ha vuelto mi realidad paralela, llevo una vida que normalmente no tengo, el clima, la comida, las voces, la gente, todo es diferente de ciertas maneras, aunque siendo humanos todos, deberíamos de vivir más o menos lo mismo. Es curioso que estando fuera del hábitat normal llegan muchas cosas a la cabeza, nuevas sensaciones, nuevos pensamientos, incluso me he puesto a pensar en mi futuro, cosa que no hago muy a menudo. Mi única manera de compartir esto es por medio de la escritura, ya sea para mi mismo o en este caso para el que se tome el tiempo de leer este escrito...

Es frustrante, me he quedado en blanco otra vez.

lunes, 24 de octubre de 2011

Madrid: Un mes después de mi llegada.

Llegar a una ciudad desconocida, en un país desconocido y en un continente diferente es, desde el principio, una experiencia difícil. En mi afán por cursar fuera de mi país algunas materias de mi carrera, he venido a Madrid, España. Sin duda desde los preparativos las cosas pueden tornarse complicadas pero si se tiene el interés y la perseverancia se puede conseguir al final. Hace poco más de un mes que llegué a Madrid, capital de España y la ciudad más importante junto con Barcelona en el país. Me parece que es la que cuenta con el mayor número de habitantes también; habitantes que desde el principio dejan huella en la vida de uno. En comparación a México, la gente aquí suele ser más fría, un poco más cortante, obviamente sin generalizar, ya que puedes encontrar de todo, como en cualquier otro lugar del planeta.

El choque cultural no es tan fuerte o al menos no lo he sentido así, que hablemos el mismo idioma es una ventaja enorme, aun que, claro está, hay mucha diferencia entre el castellano y lo que nosotros, en México, llamamos español. Escuchando a las personas de acá, me he dado cuenta como se ha ido deformando el idioma con el tiempo y de acuerdo a la  región, es algo normal me parece, así pasó con el mismo latín en tiempos antiguos y hoy en día conocemos las lenguas romances. Me gusta este idioma, refiriéndome al 'español', lo he confirmado totalmente. 

La forma de vida, al menos en Madrid me iniquieta un poco, tengo que confesarlo. La gente está acostumbrada a vivir en departamentos, no en casas como es común en México. Toda la ciudad está llena de edificios con estos 'pisos' y aun gente adulta suele compartir el departamento con más personas y esto es algo que en realidad no me agrada mucho, prefiero la casa o en dado caso un departamento pero no compartirlo con cualquier desconocido que quiera un cuarto, en fin, son costumbres y de todo se aprende.

Algo que si me tiene totalmente satisfecho es el transporte público, una maravilla definitivamente que puedas moverte por TODA la ciudad y en los suburbios, por metro o autobus, es un sistema que está bien hecho y se le ha invertido, me imagino, una gran cantidad de dinero. Me encantaría que en Monterrey hubiese un sistema de transporte como este, ya que así el tránsito de automóviles sería mucho más fluído, evitando congestionamientos viales y por ende bajarían los índices de contaminación causados por éstos. 

En lo político y económico pues no hay mucha diferencia, todos sufren de la tan afamada crisis, la educación, al igual que en México, es descuidada por el gobierno y últimamente se les ha restado presupuesto para ese aspecto. Los jóvenes estudiantes acá han protestado día tras día, la universidad a la que asisto se encuentra totalmente rayada con mensajes de protesta, huelgas e indignación por parte de grupos anarquistas, acción que en verdad me ha impresionado y admirado, no por el hecho de rayar una pared, sino porque aquí quieren hacer valer sus derechos como estudiantes y expresar cualquier inconformidad o anomalía que obseerven en sus instituciones educativas o gubernamentales, cosa que en Monterrey no sucede a menudo, sabiendo la burocracia y la mentira en la que se envuelven muchas instituciones.

Por el momento esto ha sido lo que se me ha quedado grabado en el tiempo que llevo aquí, me quedan unos cuantos meses más y espero poder aprender lo máximo, mi conclusión parcial sobre esto es que es una experiencia difícil pero vale la pena vivirla, sin más.

Fernando Fernández.

miércoles, 27 de julio de 2011

El azul de tu alma.


Me encontraba sentado en el suelo de un cuarto cuyas altas paredes se mostraban de un color azul no muy fuerte pero tampoco muy claro, era un tono que no molestaba la vista, que simplemente te dejaba verlo y sentir cualquier cosa que tu mente decidiera. En fin, mientras estaba ahí de las cuatro esquinas del cuarto entraban unos delgados ases de luz que coincidían en el centro de la habitación formando un pequeño círculo luminoso, parecía luz solar pero no calentaba tal cual. Yo miraba fijamente ese círculo pero nada pasaba, sólo estaba ahí, inerte sin movimiento, llevaba horas viéndolo y no había ninguna reacción. A mi lado aparecieron unas hojas que brillaban por tanta blancura, aquél papel estaba listo para ser pintado pero no tenía con que, si sólo tuviera un lápiz o una pluma, pensé y de pronto sentí algo al otro lado de mí. Un pequeño lápiz, desgastado, sin borrador, una punta muy corta pero parecía servir así que lo tomé junto con una hoja y comencé a escribir un montón de palabras que pasaban por mi mente sin ninguna coherencia. Así llené dos hojas por sus dos lados, era una escena extraña, estar recargado a esa pared y simplemente estar escribiendo palabra tras palabra sin ninguna idea de lo que estaba haciendo, era como si aquel lápiz tuviera vida propia y estuviera manipulando mi mano. Un poco antes de terminar la tercera y última hoja me detuve, sin más, no supe que más escribir, mi mente se había vaciado por completo y ahora solo había una nube negra entre la mente y mis ojos, mi vista se nubló por un momento y sólo pude cerrar los ojos, las demás partes de mi cuerpo no me respondían, intenté tanto que me cansé y como había cerrado mis ojos mi cuerpo de pronto encontró descanso y me dormí sin pensar más. No sé cuánto tiempo pasé inconsciente o dormido pero al momento que desperté no me encontraba en aquél cuarto azul, ya no estaba entre esas cuatro paredes y el círculo luminoso había desaparecido. Ahora era todo diferente ese azul prevalecía pero en el cielo y éste contrastaba con el verde pasto del campo que pisaba, me sentía tan confundido no sabía si soñaba o si era en verdad, ni siquiera entendía como había llegado a aquel cuarto azul pero ahora lo que pasaba por mi mente era ese gran paisaje, un horizonte bellísimo lleno de color, montañas en el horizonte que podían tapar el Sol en gran parte. Era feliz, me sentía en paz, a gusto con el lugar y conmigo mismo pero seguía incrédulo, con una incertidumbre porque no entendía lo que estaba pasando. Escuchaba música en el ambiente, un conjunto de violines y un piano hacían que mi mente se perdiera de pronto en una armonía maravillosa, algunos creyentes dirían que estaba en el paraíso del que tanto se habla en la religión. Cuando decidí enfocarme en lo que veía comencé a caminar a tratar de reconocer el campo y buscar alguna señal de vida pero eso nunca sucedió, estaba solo y no sabía qué hacer. Intenté calmarme y seguir avanzando, conocer el lugar, acoplarme. Corrió una fuerte ventisca que pude soportar gracias a que un gran árbol me dio algo de cobijo, fue un instante para que después volviera la calma. Frente a mí, a unos cuantos metros de distancia observé un resplandor y corrí  a ver de lo que se trataba y fue tal mi sorpresa que me paré inmediatamente. Eran las hojas en las cuales había escrito todas esas palabras cuando me encontraba en el cuarto azul, seguían igual, muy blancas pero con aquellas palabras escritas a lápiz. Al momento que las tomé, las palabras comenzaron a moverse de un lado para otro, de arriba hacia abajo y algunas en círculos; solté las hojas y me aparté, la verdad es que me había asustado al ver eso, no es algo que pasara muy a menudo con las hojas normales. Pensé que en la situación tan extraña en la que me encontraba unas cuantas hojas no me podrían hacer daño así que me acerqué nuevamente y las tomé. Algo increíble había pasado, las palabras que había escrito previamente se habían movido de tal manera que se dibujó un rostro, el de una mujer para ser exacto, podría describirla pero perdería el encanto que posee. El grafito del lápiz dejó de verse gris para transformarse en un azul oscuro, casi negro y aquella fémina que parecía verme directo a los ojos me cautivó y no pude dejar de mirarla. Las hojas se tornaron en un azul más claro que permitían diferenciar la imagen del fondo. Mientras veía incrédulo aquellos pedazos de papel un estrepitoso trueno retumbó en el cielo y la lluvia no esperó más tiempo y comenzó a mojar todo a su alcance, yo, parado en medio de la nada, sin ningún refugio cercano decidí sentarme en el pasto y esperar a que la lluvia terminase su cometido, sólo que no tuve tiempo para ver eso ya que mientras más agua caía sobre mí, vi como me iba disipando, las hojas que tenían en mi mano se fueron deshaciendo como si les hubiesen prendido fuego y mi cuerpo fue filtrándose en la tierra como si la estuviese fertilizando, no podía hacer nada, me sentí atrapado pero siempre tranquilo, entre más entraba en la tierra mi corazón latía más lentamente, llegó un momento en que sólo pude ver como mi vista se oscurecía y no supe más. Abrí mis ojos, todo era normal, estaba en mi cuarto, sentado en la cama y con una foto tuya entre mis manos. Me quedé callado unos segundos y comprendí totalmente. Tu foto, ese rostro que vi formado por letras, me había transportado hacia otra dimensión, a otro mundo sin duda pero no sabía a dónde exactamente. Dejé la fotografía a un lado y me percaté que al reverso de ella decía “La reflexión es el ojo del alma” y fue ahí cuando todo se aclaró para mí. Era tu alma, aquellos lugares, el cuarto azul, el campo verde, la lluvia, el hermoso paisaje, el pacífico cielo, la poderosa tierra que me había tragado; eras tú en todas tus facetas, en todos tus colores, pero sobre todo, en el azul, tan engañoso a veces, tan serio pero a la vez tan alegre. Había estado en un viaje que me hizo conocerte un poco más, me hizo ver el azul de tu alma. 

Fernández.

sábado, 4 de junio de 2011

Cuatro lineas.

Hoy, tan sólo escribiré cuatro lineas,
no diré más de lo que debo,
más sigo pensando en tu mirada ignea,
y en la música como un placebo.

Fernández.

sábado, 21 de mayo de 2011

El caminante

Fui desterrado, humillado, mis lágrimas mojaron el suelo. Tuve que empezar un nuevo camino, totalmente a oscuras, sentí el frío de la soledad pero también su cálido abrazo, pensé en desistir, no buscar más allá, quedarme inerte donde estaba y así me mantuve durante buen tiempo. Comencé  a darme cuenta que soy un caminante, es lo que hago, caminar, conocer, aprender; sin importar el día, el clima, la hora o el estado emocional en el que me pueda encontrar. Sólo me hacía falta ese motivo, que de pronto fui identificándolo aun que era borroso e intermitente y era difícil mantenerlo cerca. No lo pensé más y empecé a caminar, tomé lo necesario en una bolsa y lo colgué en mi espalda, había viento, todo era perfecto. Me encontré en aquel momento andando por un rumbo desconocido, confundido, no sabía que buscar o hacia donde ir, pero recordaba ese borroso motivo, ese que no quería aclararse en mi mente, quizá yo mismo estaba reprimiéndolo, algunos temores invadíeron mi cabeza en ese instante y tuve que parar, me senté en ese áspero suelo que recorría y por varias horas sólo podía ver esos miedos en mi cabeza, me pasé analizando la situación todo el tiempo; pasado, presente y futuro. No sabía si podría continuar, me pareció, por un momento, que quedarme sentado sería la mejor opción. Después de un largo tiempo alcancé a divisar una pequeña luz a lo lejos, de alguna manera llenó mi espíritu lo suficiente para levantarme y seguir, y así fue. Entre más me acercaba a esa luz más miedo me daba, en mi pecho tenía una sensación de preocupación, de intriga y de desesperanza, cuanto más cerca me encontraba eran más mis ganas de regresar y olvidarme de ella, la luz, pero no podía, era casi hipnotizante, como si alguien me tomara de las manos y me condujera hacia ella sin que yo pudiera oponer alguna resistencia, solamente mental. Pero llegué, que maravillosa luz, no era como cualquiera, había visto otras desde que había sido desterrado y ésta me hacía sentir diferente, eran demasiadas emociones, buenas y malas, tanto de alegría como de preocupación, creo que eso fue lo que me llenó al momento, la radicalidad emocional, el cambio extremo de pronto. Claro está que esa luz no era exclusiva para mí, lo que empezó como un rayo delgado de luz se convirtió en un largo camino que dejó de brillar tanto para verlo más real, crudo, tal como es y la verdad es que más me gustó así que decidí entrar en él y solamente andar, caminar, conocerlo a fondo, quería saber hacia donde me podría dirigir. Y es aquí donde me encuentro actualmente, sentado en una piedra, descansando, esperando al Sol para poder continuar, este camino es difícil, tiene muchos obstáculos, algunos los he podido pasar, otros aun tengo que resolverlos, que gran tarea. Espero tener las fuerzas necesarias para poder ver el final. Por ahora cerraré mis ojos, trataré de dormir y soñar con ese horizonte tan hermoso y prometedor, ese horizonte que he visto a lo lejos, muy lejos y que quisiera algún día poder contemprarlo en toda su belleza, tan particular y peculiar como es. Dormir en estos momentos quizá sea lo mejor que pueda hacer.


Permíteme recorrer el sendero de tus piernas, este caminante está buscando nuevas tierras, déjame descansar en las praderas de tu espalda y disfrutar la brisa de tus costas soleadas.

domingo, 1 de mayo de 2011

Camaleón

Como el Sol por la mañana
y los colores al atardecer,
como la lluvia en mi ventana
y la Luna al nochecer.

Como el mar roza en la playa,
tu sonrisa sugiere lo mejor,
mis brazos pueden ser tu talla,
mis ojos son el diseñador.

He vuelto a soñar contigo,
sentido el látigo de tu presencia,
tu lejana voz ha cautivado
al espíritu de mi demencia.

En un camino tan difícil
es seguro que he de aprender,
que no siempre se puede ser dócil
pero frente a tí podría ceder.


Fernando Fernández.

sábado, 30 de abril de 2011

Cuando el Sol cae.

Comienzo por decir que ni siquiera puedo expresar por completo lo que por mi cabeza da vueltas en este momento, había pasado tiempo sin experimentar estas sensaciones y es verdad que me gusta sentirlas pero es un tanto peligroso. Quiero continuar en este camino pero ciertas barreras me impiden, al menos psicológicamente, seguir. Ya no se si escribir un poema, si solamente contar lo que pienso o si permanecer callado, víctima de mis deseos, es verdad que siento miedo, pero uno especial, no es algo que me preocupe, más bien me intriga, mi mente, tan estúpidamente ingenua a veces pero tan fría y racional otras tantas. Por ahora no hay otra cosa en la que pueda pensar, nada me distrae, no hay música, bebida, comida, recreación que pueda separarme de esta situación. No es nada facil aprender a vivir sin tomar en cuenta los sentimientos, no soy un niño, ya no me siento un adolescente y ciertamente estoy lejos de ser un adulto mayor. Mi dulce tormenta, como resistirla, no importa que tan fuerte pueda recibir el impacto, quiero estar ahí, no importa cuales puedan ser las consecuencias de mis actos y eso lo tomo en cuenta siempre, pero hoy no, esta noche es diferente, hoy me resguardo bajo un manto oscuro con cuerpos brillantes. ¿Qué tan lejos puedo llegar? ¿Cuál  será la distancia que me permitas recorrer? Algunos lo llaman destino, a mí no me gusta pensar en eso, estar predispuesto a algo me hace sentir inútil totalmente. Pero es tan difícil desear algo y aun peor, sentir la posibilidad de alcanzarlo pero siempre con la duda, con el golpeteo de la concienca en la mente y en el pecho. Nadie rige mis actos más que yo mismo, entonces, me pregunto, cuál sería el problema si lo que hago estaría registrado por mí. ¡Ayúdame! ¿Cuánto tiempo hay que esperar? Quiero recorrer ese camino, me muero de ganas, me he visto caminando a través de sus largas y hermosas veredas, rozando el aire con los dedos, escalar las perfectas montañas en ese horizonte, perderme en las misteriosas cuevas que percibo desde lejos. Quiero ser un aventurero desinteresado pero mis ojos ya no distinguen entre lo que deseo y lo que puedo tener, lo real y lo que no es, fantasía y razón.